Es difícil pertenecer a la ferviente e idólatra afición del fútbol mexicano, porque (hay que aceptarlo) somos unos facilotes. El tan conocido “aquí nos tocó vivir” vuela todas las jornadas por mi cabeza y resulta en un sentimiento encontrado que nunca he sabido controlar.
¿Razón o pasión? ¿Exigir o apoyar? ¿Qué define realmente a un gran seguidor de un equipo?
Antes que nada y para que entiendan un poco de dónde viene mi inquietud, he de decir que soy orgullosamente Puma (adicta para ser precisos), y no es que me quiera hacer la mártir o que el simple hecho de defender estos colores tenga que significar una diferencia, pero es uno de los tantos ejemplos en nuestro fútbol, donde nos han vendido un panorama mejor del que tenemos que vivir día con día como seguidores.
Todavía habemos algunos ilusos aficionados universitarios que acudimos al estadio cada quince días, si hay Concachampions y básicamente a cualquier encuentro donde figuren los auriazules, pero entre porra y porra suelo preguntarme siempre si realmente vale todo el tiempo, pasión y esfuerzo que le dedicamos a éste o cualquier otro equipo… Curiosamente siempre llego a la misma conclusión y aquí me tienen una vez dedicándole más y más minutos.
El punto es comenzar a comportarnos como buenos amantes del fútbol, pero al mismo tiempo ser exigentes. En la mayoría de los equipos podemos observar un fútbol mediocre, sobrevaluado y carente de un juego trabajado y yo creo que tendríamos que aspirar a más.
Para mí el fútbol es como una representación de lo que somos como sociedad: están los dueños (empresarios acaparadores de riqueza), los técnicos (chivos expiatorios en muchos casos), los que juegan (cobran como si fueran cracks por checar tarjeta), los amigos de éstos (acaban sacando ventaja de algún modo) y los seguidores que cuando les conviene apoyan, cuando lo creen apropiado se madrean y en el peor (o mejor) de los casos se rebelan.
En el específico caso futbolero, este fin de semana tuvimos la increíble oportunidad de ver al “Sr. Crack Don Dante López” y curiosamente me sentí peor al respecto, ya que hemos pasado de alabar a jugadores que tienen una efectividad constante por años, a enloquecer por unos cuantos goles o jugadas.
Dante es el ejemplo más cercano a esta situación en la actualidad universitaria (aunque figure en el goleo individual), pero la realidad es que en general el plantel no está como debiera: tenemos una crisis como visitantes, penúltimos en defensiva por equipos y en general no es lo que llamaríamos un equipo constante. No podemos vivir de anhelar a Barrera, a Juárez o ya en el peor de los casos a Ailton o a Botero.
Las últimas notas de la prensa deportiva mencionan “la reconciliación de López y Cacho con la afición universitaria”… Perdón señores pero aquí no hay tal: no podemos conformarnos con goles en algún partido o con que anoten en una final. Necesitamos constancia y aquella famosa “garra puma” de la que siempre se habla.
Efectivamente, entiendo que existe un proyecto canterano y sigo considerando que Pumas tiene grandes elementos, simplemente me pregunto si un Rojas o un Fuentes (mejores candidatos en mi opinión) serán capaces de llegar a ser los elementos que necesita el Club Universidad Nacional y en general el fútbol mexicano.
Y es que lamentablemente nos encontramos encerrados en un burdel futbolístico donde intereses de otro tipo predominan y las influencias son lo que te hace llegar más lejos… Y donde al parecer el Señor Dante tiene “una palancota”.
Por mi parte seguiré con mi afición, pero también continuaré enviándole emails (ignorados) al Sr. Mahbub con mis inconformidades, todo para no quedarme como los chinitos: nomás milando.