Por Mapal.
Pero no me refiero a féminas practicando el deporte, sino que a las mujeres de los futbolistas. Ve que la mayoría son modelos o mozas de la farándula y espectáculos de diversa índole. Por ejemplo, entre los jugadores de la selección francesa de fútbol de la década más exitosa que tuvieron, del ’96 al ’06, con sus señoras o cónyuges, podrían haber confeccionado el Catálogo Mujer de cualquier pasarela de moda en Milán o Nueva York.
Y es que si no son maniquís parece que no clasifican para los futbolistas. Ya no se ve la romántica historia del jugador que se casa con aquella sacrificada joven, la novia de la infancia, esa que lo iba a ver a los partidos del potrero, que fue paño de lágrimas el día que no quedó en la selección del club regional, o que le preparaba los ungüentos para los pies y así sanar esas rebeldes lesiones producto del empobrecido calzado con que jugaba.
Sucede que muchas veces el valor del dinero nos hace perder de vista el valor de la vida. ¿Será tan así?
La verdad nunca lo he experimentado. Jamás he cobrado un cheque de siete dígitos…
Pero volviendo a las mujeres, le voy a contar una doble curiosidad: primero, que el apellido se escriba igual que el nombre del país resulta llamativo, más aún si aparece en una nómina de selección. Es lo que sucede con Stephen Ireland, de la República de Irlanda (Ireland en inglés).
La segunda curiosidad de Ireland (el jugador) es su mujer. La chica, cuyo nombre no viene al caso, no es famosa, hizo una urgente llamada telefónica a mediados de septiembre de 2007, donde habló con Steve Staunton, el blondo ex defensa irlandés que en ese entonces era el adiestrador de la selección de su país. En esa conversación le pide al entrenador que hable con Ireland y le comunique que su abuela materna había fallecido recientemente y que debía volar de inmediato a casa.
Staunton, sin dudarlo, permite la salida del volante del ya mencionado “Master-card City” y hasta le facilita un jet privado para su traslado.
Luego de la noticia, la prensa local, en busca de más antecedentes, descubre que la abuela materna de Ireland no estaba muerta, sino que bien sentada en su mecedora viendo una película de vikingos.
El futbolista explicó que esa no era su abuela fallecida, sino que fue la por parte de padre.
Los tabloides, a estas alturas un poco más desconfiados, vuelven a dar con una nueva mentira, pues su otra abuela tampoco había muerto y se encontraba de lo mejor practicando el críquet submarino, deporte en boga de las costas británicas.
Resumiendo, el mitómano de Stephen Ireland tuvo que reconocer la verdad. Una verdad bastante fuerte: su novia había sufrido un aborto espontáneo, y fue justo antes del partido que disputarían irlandeses y checos. Encuentro que fue decisivo para las clasificatorias a la Eurocopa 2008, donde Irlanda perdió y desaprovechó sus posibilidades de llegar al magno evento europeo.
Desde esa fecha Ireland no es llamado nuevamente para jugar en Ireland. Y, hasta hoy, todos se preguntan por qué la pareja no dijo la verdad desde un comienzo, si ya era motivo suficiente para dejar ir al jugador en socorro de su enamorada.
No le digo, mujeres y fútbol: incompatibilidad imprescindible. Belleza.