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Archive for 19 de agosto de 2010

Lo vi pelear contra Miguel Cotto. A través de la pantallita. Fue una conflagración tremenda. Toma y daca. Donde nunca existió tregua. Se dieron a llenar. Solo que los puños del nacional cimbraban al adversario. Cada impacto entraba como mantequilla sobre todo en los golpes al cuerpo que abundaron. Golpear a los bajos, secreto para disminuir al oponente.  

Conforme fue avanzando la contienda,  Miguel se fue ablandando, aflojando. Se le notaba en los desplazamientos y empezó a perder fuerza en la pegada. Y velocidad en los desplazamientos de salida y entrada al combate en corto.  Las cuerdas les servían como soporte para relanzar sus andanadas. Ni para atrás y siempre adelante.

Márgaro como le bautizaré, le disputó a barretazos cada centímetro del cuadrilátero.  Golpe por golpe. El puertorriqueño era favorito. Su oponente mexicano andaba tratando de escalar peleas de mayor relieve. Prometía pero todavía no cumplía.

Había sido campeón mundial super ligero este valiente boricua.  Siempre teñido de sangre, infringiendo heridas  y protuberancias en sus contiendas añejas.  “Batallas épicas” las calificaban las marquesinas de los medios.

Después lo fue en peso welter.  Y luego ocupó la máxima posición en super welter venciendo a un tal Foreman. Tres campeonatos mundiales de los que hoy abundan fragmentado que nos es cualquier cosita. Reconozco que se celebró esta conflagración que describo torpemente hace ya varios años y la memoria tiende a mitificar o a descontar.

No olvido el fragor de la batalla. Un 26 de julio del 2008 se enfrentó al Tony  Margarito en defensa de su título welter. Apelativo chicano, agringado ese  que refiere a Antonio, Toño por acá, pero que sirve para promoción en la franja española, latina de uesei.

Este un norteño de la franja limítrofe que recuperamos después de ser despojados por los gringos pero sobre todo por traiciones y cobardías internas con cuerpo de charlesatlas,  de mundo desarrollado,  criado en el  norte. Donde todavía se consume carne, proteínas a grandes cantidades a pesar de las estrecheces.

La batalla culminó en el undécimo asalto con un KO por parte del mexica, marcando la primera derrota de Miguel Cotto en el boxeo profesional. Derrumbe memorable. Hazaña que no se cansaron de ensalzar. El peleador que los americanos del sur esperaban. Un pegador fuera de serie se desgañitaban los merolicos al pié del ringsaid.  

El poder de los puños o se porta, se nace con él,  o habrá que adquirirlo a base de disparar con precisión, con tino las manos. O de trucos inadmisibles. Dar en el lugar y momento adecuados. Un don del dios de la guerra, de beligerancias homéricas que muy pocos poseen y saben aplicar con destreza.

La gloria le duró poco a Márgaro, muy poco.   Resultó un bribón de los que parece abundan en el deporte profesional. En 2009 fue descubierto por los asistentes de un negro más vivo que él. Seguro acostumbrado este a las trampas del barrio miserable donde abundan, lo cachó. Contra Shane Mosley un 23 de febrero del 2009 en riña pactada en el Staples Center que perdió Tony por nocaut.  Doble pérdida.

En asociación delictuosa con  su manager, un tal Javier Capetillo, travesura que negó siempre, trataron de utilizar un vendaje ilegal forrado de yeso como seguramente sucedió en anteriores peleas como la de Cotto donde lució demoledor. Como termineitor  azteca agringado pero chapucero.

Tan dependía de ese artilugio que le proporcionaba artificialmente mayor poder destructivo en los trucados nudillos, que fue derrotado ampliamente por su oponente, que seguramente indignado por el intento de fraude, lo despacho con cajas destempladas.  Propinándole una tunda inolvidable.

Anda pidiendo perdón y, con la cola entre las patas,  para garantizar seguir combatiendo sin engañar y así engullir frijolitos para no desfallecer de hambre. Fue suspendido por la Comisión Atlética de California, al parcer por un año que ya cumplió,  y no ha podido actuar de esos tongos boxísticos en EU.

Con cara de arrepentimiento bobalicón que no le queda,  solicitó clemencia a la Asociación de Comisiones de Boxeo de usei.  Que le recomendaron atentamente “pedir perdón” a las asociaciones de Texas, Nevada y la del estado depredado del chuaseneguer. Que le regresen su licencia porque el negocio como el chou debe continuar.

Para enfrentarse al Manny Pacquiano, filipino devastador de púgiles nacionales, probablemente en el esplendoroso y pletórico de chicanos Cowboy Stadium de Arlinton, que muy probablemente le pondrá una madriza de pronóstico reservado aunque  le dejará dolaritos para sus milkigueis.  

Van a seguir tocando puertas, acompañados de la promotora Top Rank, pedigüeños irredentos, de otras comisiones,  hasta que encuentren alguna que le$ otorgue perdón. El único terruño donde se le ha permitido después de la suspensión  representar alguna farsa peleadora fue en México, en el estado de Aguascalientes.

“Quiero limpiar mi nombre, pido disculpas con lo sucedido en el vendaje, soy culpable y responsable porque eran mis puños, aunque no sabía nada” emitió como rezando de arrepentimiento el cabrón. Pensé que debería ser suspendido de por vida por esta fechoría. Aunque tampoco se debe privar de trabajar a nadie. Estoy indeciso, ¿me ayudan?

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Les dejo aquí un fantástico artículo de Arturo Cano del periódico La Jornada, acerca de todas las protestas en el estadio de los Diamondbacks, por cambiar el juego de estrellas ’11 en Arizona, debido a la ley Sb1070:

El estadio de los Diamondbacks de Phoenix, escenario de protestas contra la SB 1070

 Phoenix, 17 de agosto. Son ya 10 las veces que los manifestantes han venido a protestar frente al Chase Field, el estadio de los Diamondbacks. Y Mari ha venido a todas. A veces, como ahora, la acompaña su hijo de tres años, a cargo del letrero de un puño con la palabra “Resiste”. Y justo en esas anda su mamá.

 Mari llegó a Phoenix a los nueve años de edad, desde su natal Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Tiene ahora 24 y además de cajera en un restaurante es una movida activista del Comité de Defensa del Barrio (CDB), en el oeste de la ciudad. Va de puerta en puerta pidiendo a los hispanos “que se sumen a la lucha”, no se pierde las reuniones ni los mítines.

 En la protesta de hoy, la primera fila la forman varios hombres blancos que apoyan a los inmigrantes. A un par de jóvenes que vienen a ver el juego les parece divertido y piden tomarse una foto con ellos. Uno se llama Robert, un gringo güero y grandote, californiano, que apenas chapurrea el español pero no se pierde las reuniones de la coordinación de los CDB, que son 95 por ciento en el idioma de los inmigrantes. Al día siguiente, en solitaria protesta carteles en mano, Rob informa: “En ese restaurante está Arpaio (el sheriff antinmigrante)”. Pero hoy ni se inmuta cuando un sujeto lanza gritos: “¿De qué demonios están hablando? ¡Es la ley, sólo es la ley!”

 La jornada es leve. En otras ocasiones algunos asistentes han roto sus boletos y con ello renunciado a entrar al estadio, como muestra de apoyo. Son más, sin embargo, los días en que han tenido que ignorar gritos como “¡beaners!” (frijoleros), “¡váyanse a México!” o “¡no merecen estar aquí!”

 “Si no se hubiera metido a la política no lo estaríamos boicoteando”, dice Alma Mendoza, una achispada veracruzana, de Río Blanco, que maneja un carro gigante con una calcomanía que dice, en inglés: “Los políticos y los pañales deben ser cambiados por la misma razón”.

 Alma –dueña de “mi propia compañía de limpieza de casas”– se refiere a Ken Kendrick, socio principal de los Diamondbacks (o Cascabeles), el equipo de beisbol de Phoenix, quien, según los activistas, públicamente dice estar en contra de la ley SB 1070 (algunas de sus estrellas son hispanos), pero ha financiado con más de un millón de dólares al Partido Republicano y organizó una fiesta privada, en el estadio, para el senador estatal Russel Pearce, principal redactor de la más conocida como ley Arizona.

 Estas protestas se han extendido a lo largo y ancho de Estados Unidos, a la entrada de los estadios o dentro de ellos. Sea en Florida, Nueva York o Los Ángeles, cientos de manifestantes demandan que cambie la sede del Juego de Estrellas, a realizarse aquí en 2011.

 En esta ciudad, varias decenas de personas se reúnen frente a una de las entradas del Chase Field cada vez que hay juego. Los fanáticos, la mayoría blancos, entran al estadio con caras de sorpresa por los letreros y gritos de los manifestantes. “Somos humanos”, “Justicia, alto al odio”, son algunas de las consignas, la mayoría en inglés, aunque de cuando en cuando se cuela por ahí un “El que no brinque es migra”.

 Al estadio también entran negros e incluso hispanos. “Esos sí ya ni la friegan”, dice Alma Mendoza, indignada además porque la estación radiofónica La Campesina, fundada por César Chávez, regala boletos para los juegos de los Diamondbacks.

 Paradójicamente, el pítcher del equipo de beisbol de Arizona es mexicano. Se llama Rodrigo López y nació en Tlalnepantla, estado de México. “Me siento decepcionado, puesto que Arizona ha sido mi casa durante los últimos cuatro años y ahora podrán detener a una persona por el simple hecho de parecer latina”, ha dicho el lanzador a la página Fanhouse.

Me agarraron los cherifes

 Frente al Chase Field, Mari grita consignas en inglés y en español, y al día siguiente se le puede ver en una protesta a las puertas de la oficina del sheriff Joe Arpaio. En el único sitio donde no se le vio fue cerca de los policías el pasado 29 de julio, porque el plan –que se cumplió– era que sólo fueran arrestados los entrenados para ello y que además fueran ciudadanos estadunidenses. Cayeron 88, pero sólo tres eran de Phoenix.

 Uno fue el líder del Movimiento Puente, Salvador Reza, nacido en Chihuahua pero habitante de Arizona desde niño. A él y otros activistas experimentados se les movió el tapete: “Siempre le decimos a la gente que cuando sea detenida sólo diga su nombre y pida a su abogado, pero no es nada fácil”.

 A la hora de la verdad, “eso es muy difícil. A mí me presionaron y me amenazaron con dejarme detenido 20 días si no les daba mi ciudadanía. Y si eso me hacen a mí, imagínense…”, dice Reza, en una de las reuniones de los CDB.

 La ley SB 1070 ha propiciado la creación de comités en toda el área urbana de Phoenix. Los comités tienen reuniones semanales, donde los asistentes son informados de las acciones contra la legislación racista y reciben los consejos de abogados. Además se organizan para ir a tocar de puerta en puerta, como lo hace Mari, para invitar a los vecinos a sumarse “a la causa”.

 Una vez terminados los asuntos del orden del día, suelen cantar alguna vieja canción de protesta, un rap en inglés y español (no spanglish) o, como Salvador Reza, su adaptación de un corrido, guitarra en mano: “Me agarraron los cherifes al estilo americano/ y aunque no soy criminal así es como me trataron…”

 Antes de despedir la reunión, la veracruzana Alma informa que se recaudaron 330 dólares para la repatriación del cuerpo de un jornalero guatemalteco que se cayó mientras cortaba una palmera. Ya no tuvo derecho ni a ser deportado, vaya.

La policía o los perritos

 Las hermanas menores de Mari, nacidas aquí, tienen la ciudadanía estadunidense, de la que carecen ella, su madre y una hermana más. Mari es, así, una de las 460 mil personas sin documentos que viven en Arizona y forma parte de un hogar con “esquema familiar mixto”, como se refiere el Centro Hispánico Pew a los núcleos de miembros con y sin papeles.

 Cuando se pregunta a Mari cómo llegó hasta aquí, la respuesta es simple: “Pues como todos”. O sea que esta joven chiapaneca cruzó a pie, por el desierto; estudió aquí, se casó con otro mexicano y ahora se las arregla sola con su hijo de tres años. “Él no le veía sentido a esta lucha, ya se fue a Utah.” Con el marido también se fueron dos familias vecinas: “Unos a Guadalajara y los otros a Morelos”.

 Mari acomoda el letrero que su pequeño hijo sostiene. No va a la escuela. En el ciclo que acaba de iniciarse, los diarios locales informan que en muchos barrios las escuelas han perdido entre 20 y 30 por ciento de sus estudiantes. Los niños que siguen asistiendo cargan ahora en sus mochilas los números telefónicos de las personas a las que deben llamar en caso de que sus padres no puedan recogerlos por haber sido arrestados.

 La historia que hila Mari resume algunos de los problemas cruciales que los migrantes indocumentados han padecido en los últimos años en Estados Unidos.

 Por ejemplo, la crisis económica la dejó sin casa: “Pagamos mil 500 dólares mensuales durante dos años y aun así perdimos la casa. La habíamos agarrado en 200 mil dólares y supimos que la vendieron en 70 mil”.

 También hay historia antigua: “Tenía nueve años cuando la maestra me prohibió hablar español, y mi mamá no pudo hacer nada porque no hablaba inglés”.

 Y el drama de hoy: “Tenemos una vecina viejita, blanca, neurótica. Nos amenazaba con denunciarnos porque decía que nuestras mascotas ladraban mucho. Y como no queríamos que la policía llegara a nuestra casa, mejor regalamos los perritos”.

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