Lo vi pelear contra Miguel Cotto. A través de la pantallita. Fue una conflagración tremenda. Toma y daca. Donde nunca existió tregua. Se dieron a llenar. Solo que los puños del nacional cimbraban al adversario. Cada impacto entraba como mantequilla sobre todo en los golpes al cuerpo que abundaron. Golpear a los bajos, secreto para disminuir al oponente.
Conforme fue avanzando la contienda, Miguel se fue ablandando, aflojando. Se le notaba en los desplazamientos y empezó a perder fuerza en la pegada. Y velocidad en los desplazamientos de salida y entrada al combate en corto. Las cuerdas les servían como soporte para relanzar sus andanadas. Ni para atrás y siempre adelante.
Márgaro como le bautizaré, le disputó a barretazos cada centímetro del cuadrilátero. Golpe por golpe. El puertorriqueño era favorito. Su oponente mexicano andaba tratando de escalar peleas de mayor relieve. Prometía pero todavía no cumplía.
Había sido campeón mundial super ligero este valiente boricua. Siempre teñido de sangre, infringiendo heridas y protuberancias en sus contiendas añejas. “Batallas épicas” las calificaban las marquesinas de los medios.
Después lo fue en peso welter. Y luego ocupó la máxima posición en super welter venciendo a un tal Foreman. Tres campeonatos mundiales de los que hoy abundan fragmentado que nos es cualquier cosita. Reconozco que se celebró esta conflagración que describo torpemente hace ya varios años y la memoria tiende a mitificar o a descontar.
No olvido el fragor de la batalla. Un 26 de julio del 2008 se enfrentó al Tony Margarito en defensa de su título welter. Apelativo chicano, agringado ese que refiere a Antonio, Toño por acá, pero que sirve para promoción en la franja española, latina de uesei.
Este un norteño de la franja limítrofe que recuperamos después de ser despojados por los gringos pero sobre todo por traiciones y cobardías internas con cuerpo de charlesatlas, de mundo desarrollado, criado en el norte. Donde todavía se consume carne, proteínas a grandes cantidades a pesar de las estrecheces.
La batalla culminó en el undécimo asalto con un KO por parte del mexica, marcando la primera derrota de Miguel Cotto en el boxeo profesional. Derrumbe memorable. Hazaña que no se cansaron de ensalzar. El peleador que los americanos del sur esperaban. Un pegador fuera de serie se desgañitaban los merolicos al pié del ringsaid.
El poder de los puños o se porta, se nace con él, o habrá que adquirirlo a base de disparar con precisión, con tino las manos. O de trucos inadmisibles. Dar en el lugar y momento adecuados. Un don del dios de la guerra, de beligerancias homéricas que muy pocos poseen y saben aplicar con destreza.
La gloria le duró poco a Márgaro, muy poco. Resultó un bribón de los que parece abundan en el deporte profesional. En 2009 fue descubierto por los asistentes de un negro más vivo que él. Seguro acostumbrado este a las trampas del barrio miserable donde abundan, lo cachó. Contra Shane Mosley un 23 de febrero del 2009 en riña pactada en el Staples Center que perdió Tony por nocaut. Doble pérdida.
En asociación delictuosa con su manager, un tal Javier Capetillo, travesura que negó siempre, trataron de utilizar un vendaje ilegal forrado de yeso como seguramente sucedió en anteriores peleas como la de Cotto donde lució demoledor. Como termineitor azteca agringado pero chapucero.
Tan dependía de ese artilugio que le proporcionaba artificialmente mayor poder destructivo en los trucados nudillos, que fue derrotado ampliamente por su oponente, que seguramente indignado por el intento de fraude, lo despacho con cajas destempladas. Propinándole una tunda inolvidable.
Anda pidiendo perdón y, con la cola entre las patas, para garantizar seguir combatiendo sin engañar y así engullir frijolitos para no desfallecer de hambre. Fue suspendido por la Comisión Atlética de California, al parcer por un año que ya cumplió, y no ha podido actuar de esos tongos boxísticos en EU.
Con cara de arrepentimiento bobalicón que no le queda, solicitó clemencia a la Asociación de Comisiones de Boxeo de usei. Que le recomendaron atentamente “pedir perdón” a las asociaciones de Texas, Nevada y la del estado depredado del chuaseneguer. Que le regresen su licencia porque el negocio como el chou debe continuar.
Para enfrentarse al Manny Pacquiano, filipino devastador de púgiles nacionales, probablemente en el esplendoroso y pletórico de chicanos Cowboy Stadium de Arlinton, que muy probablemente le pondrá una madriza de pronóstico reservado aunque le dejará dolaritos para sus milkigueis.
Van a seguir tocando puertas, acompañados de la promotora Top Rank, pedigüeños irredentos, de otras comisiones, hasta que encuentren alguna que le$ otorgue perdón. El único terruño donde se le ha permitido después de la suspensión representar alguna farsa peleadora fue en México, en el estado de Aguascalientes.
“Quiero limpiar mi nombre, pido disculpas con lo sucedido en el vendaje, soy culpable y responsable porque eran mis puños, aunque no sabía nada” emitió como rezando de arrepentimiento el cabrón. Pensé que debería ser suspendido de por vida por esta fechoría. Aunque tampoco se debe privar de trabajar a nadie. Estoy indeciso, ¿me ayudan?