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Posts Tagged ‘Pikolín’

Les bautizaron como los Pikolines. Que parece etiqueta de trío. Acá suena a los Tecolines. De voz aterciopelada y requinto plañidero.  Alejandro y Marco Antonio. Al primero que resguarda el portón universitario,  le faltó sotana para impedir que se le escapara la canica chiva con la que empataron allá. Acá, en la vuelta infernal por el calorón, se vistió de héroe. Atajó, que para eso le pagan, unas que tenían etiqueta de gol. Tres por lo menos mortales en el comienzo de un partido donde los pumas parecían deshidratados. Cansinos. Abúlicos. Le otorgaron la iniciativa al rebaño sagrado que se lanzó con todo a partir de haberle cedido la iniciativa. Otra pifia monumental en la carrera meteórica de la dirección técnica del Memo Vázquez.

Aventar el carro para atrás y apostar al empate, así fuera en el primer tiempo, sin la pausa que refresca, parecía un suicidio y estuvo a punto de perpetrarse. Nomás que los de rojo y blanco, que trotaron como desaforados, superando a sus rivales en toda la cancha, traían la mira chueca. No atinaron ninguna. Qué falta les hizo el Chicharito meditaba para mis adentros ante la incapacidad para anotar que mostraron los púberes que lo sustituyeron después de la venta millonaria que significó.

Ganaron la espalda de la barrera PikoVerona, una y otra vez, con diagonales, que deberían haber sumado. El paraguayo se notaba lento y carente de reacción y recuperación. Nomás los miraba pasar cual bólidos. Y el cuate mártir gato del Omnilaif, salió con la cortina bajada y paró todo lo que le quisieron infligir sus contrapartes. Fueron momentos que duraron cuarenta minutos, un prolongado tormento,  donde presenciábamos desde las tribunas del Palomar y en general en todo el embudo, con el Jesús en la boca.

Las colas para ingresar al estadio sumaban varios cientos de metros. Había boletaje de reventa tremendamente inflado. Las cabeceras las ofertaban en seis cientos pesitos. Lo demás estaba por los cielos a la diestra del Señor que se alistaba para prodigarnos el milagro del triunfo. Con el infierno a todo trapo, las agüitas y las bebidas carbonatadas color chapopote se agotaron pronto. Únicamente cheves que también duraron la víspera y en nada contribuyeron a paliar la tenebra abracadabrante que se desplegaba sobre el césped. Al parecer, tampoco querían las autoridades, que se expendieran suficientemente para evitar la agresividad de los beodos.

La carencia generalizada de líquidos pone en riesgo la salud de los tribunos que se quedan a merced de los rayos ultravioleta y las temperaturas que semejan rosticería colectiva.  Y además, racionar la bebida espirituosa dentro de embudo en nada contribuye a paliar la violencia potencial. A la salida, los porros, las expenden en todas las modalidades posibles con la complacencia de las autoridades universitarias, zona autonómica, y de las otras, las delegacionales, que se les arruga la dona al imponer la ley a esa runfla de gamberros tolerados. Además de todas otras sustancias que apuntalan la tesis de que aquellas drogas, se deberían liberar en su venta. Por lo menos en la UNAM circulan con cierta holgura.

Según algunas fuentes consultadas, con el antecedente de los aplastados en el túnel histórico, se toman una serie de precauciones para evitar sobre-poblar ese estadio emblemático. En este caso, de la semifinal, se tupieron todas las secciones y tampoco se notaban espacios, huecos de amortiguamiento. Cuando estábamos por entrar, unos individuos identificados como cherifes unamicos, solicitaban urgidos los boletos para checarlos antes de llegar a la aduana de la entrada. Al parecer, tenían la sospecha fundada, de que se habían realizado monumental fraude con entradas apócrifas que todavía no se sabe, ni se sabrá dice don Teofilito, quién las mandó imprimir. Según los oráculos publicados, se guardaron más de 10 mil lugares o más para evitar aglomeraciones y mantener un control aceptable del territorio futbolero en el Pedregal.

El método para descubrir las falsificaciones era de la era de la tecnología de `punta tal y como corresponde con un centro de educación superior de altos vuelos.  Aquel individuo que solicitaba previamente el ticket, lo miraba circunspecto contra la luz del sol que brillaba en su esplendor cenital, y después con parsimonia, con cara científica, le pasaba un encendedor prendido por alguna de las secciones impresas.

Los agraviados despojados de la contraseña para ingresar se ponían todavía mayormente encendidos al presuponer el riesgo de que esos cartoncillos que habían costado conseguirlos, sangre, sudor y lágrimas, pudieran acabar consumidos, pira educativa, y les impidieran franquear los portones. Una vez realizada la prueba del fuego tipo estufa tatemadora de nixtamal, se otorgaba el visto bueno o se requisaban en medio de protestas altisonantes.

Según las crónicas disponibles a Verga-ra y Angélica, directivos tapatíos,  mientras abandonaban la zona que les habilitaron para observar la derrota chiva, donde seguramente abandonaron con cara de pérdida total, fueron agredidos con toda clase de objetos y líquidos voladores incluso con agresiones físicas directas que pusieron en entredicho seguridad e integridad personales deteriorando la imagen de la institución universitaria y a los aficionados que se desnudan como salvajes e incivilizados. A pesar de todo, están en la final. Televisa en representación de la Máxima Casa de estudios, versus TV Azteca entre monarcas comandados por un visajista, de visajes patéticos,  Boy ridículo.

Para cerrar esta crónica malévola, antes de que se olvide, estando por ingresar pasó por un lado una camioneta blindada con un coche de guaruras apuntando para todos lados y las puertas abiertas como para repeler algún ataque del asesinado Osama Bin Laden. Suponíamos que era un encumbrado de esos que cagan miedo y lo esparcen a su derredor. Quizá el rector comentó al lado. Pero resultó que quién se bajo perfectamente peinado y con playera oficial calzada fue Joaquín López, el otro López, este Dóriga que de tantas falsedades que transmite debe tener la conciencia acalambrada y tema, alguna vez Judas te-mió, algún atentado.

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